viernes, 28 de septiembre de 2012

Oremos por...

Miguel Pantano
Coordinador G. Silas
Nuestra Navaja
 Tomado del libro A los Pies del Maestro


Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.

Hebreos 4 : 12
 
La promulgación de un credo frío y la exposición de algunas doctrinas y su aplicación lógica, sin lidiar con la conciencia de los oyentes, sin presentarles su pecado, sin decirles el peligro que están corriendo, sin rogarles con lágrimas y súplicas que vengan al Salvador, ¡Es un trabajo sin ningún poder! Buscamos obreros, no charlatanes. Ahora bien, fíjate en lo que lleva un obrero en sus manos. Es una hoz. Su filo, con lo que corta el grano, es agudo y cortante. El obrero corta con exactitud, atraviesa el grano y lo echa a la tierra. El hombre que Dios busca para que trabaje en su cosecha no puede venir con palabras suaves y delicadas y doctrinas halagadoras que se refieran a la dignidad de la naturaleza humana y a la excelencia de la autoayuda y de los esfuerzos propios para rectificar nuestra condición caída y cosas por el estilo. Dios maldecirá a esa boca acaramelada ya que esa es la maldición de esta generación. El predicador honesto llama pecado al pecado y al pan, pan y al vino, vino, y le dice a los hombres: <<Se están arruinando ustedes mismos, cuando rechazan a Cristo se colocan al borde del infierno y allí se perderán para toda la eternidad. No hay alternativas, tienen que escapar de la ira que vendrá mediante la fe en Jesús, o serán echados para siempre de la presencia de Dios y perderán todo posible gozo>>. El Predicador debe lograr que sus sermones sean cortantes. El propósito de nuestra hoz es cortar. El evangelio tiene que herir conciencia y atravesar el corazón, con el objetivo de separar el alma del pecado y del yo, tal como se separa el grano del suelo.



Sus peticiones:
Fertilidad

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